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El arte de los iberos



Es algo admitido por los historiadores, sin excepciones, que las expresiones artísticas son un reflejo casi exacto de la vida de la sociedad en la que se producen y que, a partir de ellas, se puede descubrir la propia estructura social, los cambios que sufre la sociedad en que estas manifestaciones artísticas aparecen, así como sus ideas religiosas, estéticas y humanas. Sin duda es el arte uno de los aspectos mejor conocidos y más espectaculares de la cultura ibérica, tanto que, en general, cuando se habla de la cultura ibérica, de lo que realmente se habla es de sus manifestaciones artísticas, que fundamentalmente se centran en la escultura y la pintura sobre cerámica, dado que los restos de la arquitectura, sobre todo en lo referido a la urbanística, al menos por lo conocido hasta el presente, no son nada espectaculares. Desde fines del siglo XIX se han venido produciendo con mucha frecuencia hallazgos de objetos reflejo de estas manifestaciones artísticas, por lo que es éste uno de los aspectos en que se puede realizar hoy en día con más facilidad una síntesis, a pesar de las novedades que se van produciendo en cada momento con la aparición de nuevos hallazgos. Es digno de resaltar, frente a la abundancia de manifestaciones artísticas en la escultura y la pintura sobre cerámica, la casi total ausencia de manifestaciones arquitectónicas, en contra de lo que sucede en otras áreas que se han tomado como paralelo a la hora de considerar la cultura ibérica como una civilización urbana (la griega y la romana). Nos detendremos en ello un poco más adelante. Quizá antes de seguir debamos decir unas palabras sobre los orígenes del arte ibérico, que han sido buscados en lugares distintos por los historiadores de este siglo. Varias han sido las tesis mantenidas desde los inicios del siglo XX sobre las influencias de las que ha surgido lo que en la actualidad conocemos como arte ibérico. Destaca en primer lugar en orden cronológico la tesis que podríamos llamar de influencia griega, mantenida a comienzos de siglo por P. Paris y seguida por R. Mélida, a partir de algunos rasgos de la cerámica de la cultura micénica, tesis que hoy no se puede mantener, pues, con el avance de las técnicas arqueológicas, se ha descubierto que estas cerámicas ibéricas aparecen junto a vasos griegos perfectamente datables en épocas bastante posteriores a la micénica. Continuador de esta teoría de valorar las influencias griegas es P. Bosch Gimpera, no sólo en la cerámica, sino en toda la cultura ibérica, opinión que va a persistir durante mucho tiempo. R. Carpenter sintetiza todo este movimiento dándole un planteamiento más global. Para él todas las manifestaciones artísticas en la escultura y en la cerámica pueden explicarse por la influencia griega, directamente desde Grecia o a través de las colonias de la Magna Grecia, valorando, además, por primera vez la presencia de los focenses en España. También García y Bellido es partidario del origen griego de las influencias en la escultura y pintura sobre cerámica ibéricas. Descabellada, y no sin razón, es considerada por algunos autores, entre ellos Presedo, la teoría de A. Schulten, según la cual debe buscarse un origen africano para el arte ibérico, al igual que africano es, en su opinión, el origen de los propios pueblos ibéricos. Sin lugar a dudas es Martínez de Santa Olalla, con su obrita publicada en el año 1941, quien sitúa el problema en una perspectiva más cercana a la realidad, valorando como base en su evolución interna los elementos propios y las influencias externas como elementos dinamizadores de esta evolución. Entre estas influencias externas destacaban las indoeuropeas y el papel fundamental de las griegas y púnicas, negando, por supuesto, cualquier influencia del continente africano y situando la cronología del arte ibérico desde el 450 a. C. hasta el inicio del imperio romano con distintas fases. En 1943 García y Bellido, después de estudiar la Dama de Elche, sitúa la cronología del arte ibérico en unas fechas más cercanas a nosotros, tras la Segunda Guerra Púnica, más de 250 años después de las fechas dadas por Santa Olalla. En cuanto a la mayor antigüedad de unos motivos decorativos sobre otros, Bosch Gimpera pensaba que en la cerámica ibérica los motivos florales y humanos eran más antiguos que los geométricos. D. Fletcher propone la tesis contraria, demostrada en la actualidad, y a ella se une M. Almagro Basch, que resalta tanto la influencia tartésica como la influencia griega en la aparición del arte ibérico. La naturaleza del arte ibérico aparece bastante clara en la actualidad, pues, a partir del análisis de sus distintas manifestaciones artísticas, podemos decir que se trata de un arte funerario o religioso. Las estatuas y demás objetos de arte tenían como destinatarios al grupo dirigente de la sociedad ibérica, en cuyas tumbas o monumentos funerarios han aparecido.


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