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Una joven ibérica fue la persona más poderosa de toda Europa occidental hace 5.000 años

Hace casi 5.000 años, entre los años 3.200 y 2.300 antes de Cristo, vivió en lo que hoy es la provincia de Sevilla una mujer. Pero no una mujer cualquiera: fue la mujer más poderosa de toda Europa occidental entre los siglos 29 y 28 a.C. Una mujer que alcanzó una destacada posición social y que ejerció un liderazgo que ningún varón había logrado. Una mujer que murió joven, entre los 17 y los 25 años, que fue enterrada en el monumento funerario más importante que se conoce de aquella época y cuya memoria fue recordada y respetada durante al menos ocho generaciones. La Señora de Marfíl.



Aspecto general del nivel inferior y de la inhumación de la Señora del Marfil. (Cortesía del grupo de Investigación Atlas, Universidad de Sevilla)© Proporcionado por El Confidencial



Así es como los miembros del grupo de investigación Atlas de la Universidad de Sevilla han bautizado a esa misteriosa y poderosa mujer, la más importante que hubo en la península ibérica y en toda Europa occidental durante la Edad de Cobre. Ese equipo, liderado por la experta en prehistoria Marta Cintas-Peña, ha estudiado a fondo el enterramiento megalítico descubierto en 2008 entre los municipios sevillanos de Valencina de la Concepción y Castilleja de Guzmán. Allí se encontraron en total unas 60 tumbas, pero una de ellas absolutamente especial: la de la Señora de Marfil.


“Su tumba está formada por un corredor, una cámara, un segundo corredor y una segunda cámara; es en esa segunda cámara donde se encontraban sus restos. La señora de Marfil fue enterrada de forma individual, algo absolutamente insólito para la Edad del Cobre, cuando la inmensa mayoría de los enterramientos eran colectivos”, nos cuenta Marta Cintas-Peñas, la historiadora experta en prehistoria que ha liderado esta investigación.


Pero no es solo el hecho de que tuviera un enterramiento únicamente para ella lo que denota la importancia que tuvo esa enigmática mujer. Su tumba se encuentra además en el centro del complejo funerario y tiene a su alrededor un espacio vacío de unos 35 metros. “Unas ocho-diez generaciones respetaron ese espacio vacío en torno a la tumba de la Señora de Marfil, probablemente por consideración a su memoria”, subraya Cintas-Peña. “El reconocimiento de que era una persona relevante se mantuvo hasta 250 años después de su muerte”.


En su ajuar funerario también se han encontrado objetos excepcionales que, una vez más, redundan en la relevancia que tuvo esa mujer. En su tumba se ha encontrado por ejemplo el colmillo de un elefante africano y una daga de sílex con empuñadura de ámbar báltico. “Se trata de objetos realizados con materias traídas desde muy lejos, lo que de nuevo prueba su relevancia social”, explica Marta Cinta-Peña.



Daga de cristal encontrada en el nivel superior. (Cortesía del grupo de Investigación Atlas, Universidad de Sevilla)© Proporcionado por El Confidencial


Daga de cristal encontrada en el nivel superior. (Cortesía del grupo de Investigación Atlas, Universidad de Sevilla)

Ninguno de los enseres encontrados en el enterramiento de la Señora de Marfil eran objetos funcionales. Es decir: no servían para luchar o para caza, eran objetos rituales o simbólicos. Eso ha llevado a los investigadores de la Universidad de Sevilla a que la importancia de la Señora de Marfil no se debía a que fuera cazadora. “Más tarde, en la Edad de Bronce, las personas de alto status sí que eran enterradas con herramientas de caza. Pero las de la Edad de Cobre eran sociedades sin importantes diferencias sociales, y en las que la promoción social era por méritos propios, no porque se heredase un status. Pensamos que la Señora de Marfil fue una destacada líder política-religiosa”, sentencia la historiadora que ha encabezado la investigación de su tumba. “Hasta ahora, la mayor parte de los modelos sobre esas sociedades eran modelos masculinos en los que el líder era un hombre. Nuestra investigación muestra que también hubo mujeres que ejercieron liderazgo, lo que invita a plantear nuevos modelos”.


Los estudios antropológicos han revelado que cuando murió la Señora de Marfil tenía entre 17 y 25 años. Pero el análisis de su monumento funerario ha dejado claro que el respeto a su figura se prolongó durante mucho tiempo. El grupo de investigación Atlas ha descubierto que, una o dos generaciones después de la muerte de la Señora de Marfil, tuvo lugar una ofrenda sobre su tumba. El enterramiento de la dama fue cubierto de lajas de pizarra y sobre éstas tuvo lugar la ofrenda, con nuevos objetos de marfil: otro colmillo de elefante -esta vez asiático- y una daga de cristal de roca con empuñadura de marfil.



Colmillo de elefante en bruto encontrado en el nivel inferior. (Cortesía del grupo de Investigación Atlas, Universidad de Sevilla)© Proporcionado por El Confidencial



Aproximadamente en ese mismo periodo también se realizó a unos 80 metros de la tumba de la Señora de Marfil una construcción megalítica para acoger un enterramiento colectivo, conocida como el Tholos de Montelirio. Allí fueron sepultados 25 cuerpos: tres en el primer corredor, 20 en la cámara principal y dos en la cámara pequeña. Veinte de esos cuerpos son de mujeres, mientras que no se ha podido determinar el género de los cinco restantes.


“Las personas enterradas en los El Tholos de Montelirio tenían conocimiento de la existencia de la Señora de Marfil y quisieron ser enterradas cerca de ella”, destaca Cintas-Peña.


Hay poca información sobre cómo vivían las sociedades de la Señora de Marfil. Los seres humanos de hace casi 5.000 años conocían la agricultura y la ganadería y habitaban en cabañas realizadas con materiales perecederos, sin cimentación ni muros, que conformaban pequeños poblados creados de manera azarosa sin ninguna planificación. Salvo excepciones, no se puede hablar de ciudades. Y el yacimiento de Valencina, donde fue enterrada la Señora de Marfil, es una de esas excepciones.



Huevo de avestruz. (Cortesía del grupo de Investigación Atlas, Universidad de Sevilla)© Proporcionado por El Confidencial



“Se trata del yacimiento más grande de toda la península ibérica, tiene unas dimensiones de unas 450 hectáreas, cuando la mayoría de poblados no pasan de 1-2 hectáreas”, explica Marta Cintas-Peña. “Lo que no sabemos es si el yacimiento estaba ocupado de manera permanente o solo de forma estacional”.


Los investigadores de la Universidad de Sevilla se inclinan a pensar que era un asentamiento estacional donde la gente se reunía en fechas señaladas del año. “Creemos que era parecido a Stonehenge, junto al cuál había un gran asentamiento estacional conocido con Darrington Walls que se llenaba de gente durante el solsticio. Valencina podría haber sido algo similar”.



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